domingo, 8 de enero de 2017



Creo que muchos de los que estamos constantemente siguiendo los debates en torno a los cambios de paradigmas en cuanto al problema drogas, sentimos un fuerte fastidio e impotencia, reflejado en los pocos cambios en cuanto a esto.
La lucha contra la drogadicción, y la insostenible guerra contra los narcotraficantes, sin resultados positivos, en los últimos 100 años (sí señores, cien años), sigue siendo sostenida por poderes interesados en que este problema subsista y genere ganancias para algunos, acomodos para otros, muerte y desidia para la mayoría de las personas.
Si hacemos un pequeño repaso histórico vamos a darnos cuenta que las decisiones tomadas en cuanto al problema droga, siempre han sido de carácter ético, moral, político, y otras veces tantas veces, económicos; aunque jamás desde los derechos y la salud integral de las personas.
La vulneración de estos derechos sigue al pie de la letra.
Los políticos siguen decidiendo qué sustancias se deben consumir legalmente, apoyándose en discursos que solo ellos escuchan.
En Córdoba, de acuerdo con la mirada sobre el tema drogas que tiene el secretario a cargo de la Secretaría de Adicciones, es cómo debe trabajarse; sin importar si está en una buena senda y/o en concordancia con la mayoría de los que trabajamos en este tema, el de las drogas.
Así las cosas, pasamos del abogado Sebastián García Díaz que profesaba la lucha contra el narcotráfico, y esa era su perspectiva, creador de un informe de corrupción general en la Policía y demás sectores políticos, que en parte después fue cierto, con la remoción de casi toda la plana superior de la Policía, en épocas de un gobierno que vaya, nunca tuvo nada que ver. Luego asume el licenciado en Psicología Juan Carlos Mansilla, creando la SEPADIC, funcionando desde los espacios sociales, fomentando la prevención, asumiendo roles en capacitaciones integrales gratuitas para todos, no para algunos, y que brindó espacios de debate, de apoyo a varias instituciones, abriendo los CIS en varios puntos de Córdoba; aunque de a poco fue perdiendo interés político y fue maltratada, bajada de rango a Subsecretaría, en el nuevo gobierno de Juan Manuel y con un recorte increíble de personal y presupuesto económico. Es decir, con Juan Manuel no hay dinero para el tratamiento del tema drogas en Córdoba.
Y ahora está nuevamente la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones, a cargo de un médico psiquiatra (todavía no entiendo si es médico que practica la psiquiatría, o es doctor en psiquiatría), que dice que todo lo que se hizo no es válido, ya que él ve las cosas de otra manera, con un marcado desinterés en el derecho de las personas, asume roles de capacitación interna, manejando discursos que revelan su postura contraria a las leyes de salud mental y adicciones.
Así las cosas por Córdoba, pasamos por miradas diferentes en nueve años.
Todavía se fomenta el miedo y se sigue hablando de «flagelo», cuando las drogas son parte de nuestra sociedad mucho antes de que tengamos que discutir su legalidad o ilegalidad.
La alteración de sus estados corresponde a nosotros mismos; la diversidad de drogas utilizadas únicamente con la finalidad de sentir un estado de placer, crece en forma desmedida, y peor aún son diseñadas por nosotros mismos, las personas mayores, elaborando frases melancólicas pintadas en mediocres banderas políticas «la droga está matando nuestros chicos»; la pregunta es, ¿realmente la droga está matando nuestros chicos?
Al no ser reconocido como un problema de salud global (no como enfermedad), pocas serán las miradas que propongan un cambio, para poder encaminarnos a una política de reducción de daños, que no quiere decir, consumir drogas sanamente, todo lo contrario; es decir que vamos a trabajar conscientemente para que el daño se reduzca, y hablemos de este tema como debemos hablarlo, y al mismo tiempo respetar las leyes de Salud Mental, y de Protección Integral del Niño y del Adolescente.
La prohibición es algo certeramente nefasto, y trajo muchas más muertes que las producidas por el consumo de sustancias que esta prohibición ataca. Es tiempo de cambios.
Bienvenido 2017.
Roberto Cabrera
Director
Centro Terapéutico Integral
 Pro-Joven.
Aproximándose nuevamente un cierre de año, nuevamente escuchando propuestas, firmando convenios, realizando uniones, e inversiones, dinero, dinero, dinero.
La inmensa propaganda política, atrae la obsecuencia hacia los programas ofertados, estos programas que quedan encerrados en sus pragmatismos, encerrados en su designación a dedo, hacia espacios convenientes.
"Presentemos un proyecto acorde,esperemos que se haga realidad, y luego nos manejamos como queremos", suele escucharse en algunos subpasillos.
Los posicionamientos unívocos desechados, en esta la labor de Pro-Joven, se florean en el color del dinero, reaparecen los lemas.."sino agarro algo, no sobrevivo..."
Pero ante esta insistencia de políticas oficialistas incólumes y fuera de la leyes de protección integral de los derechos de los jóvenes, de las personas, e interpelando a la misma ley de salud mental y adicciones (que muchos pregonan con sus banderas en las marchas por su aplicación y defensa), las instituciones necesitadas o no, se tiñen nuevamente por el color del dinero, mostrándose como una fuerte moneda de varias caras, y sin valor humanitario.
La desidia infinita, la indiferencia, las posturas contrarias, son vitoreadas ante cada anuncio, ante cada confirmación de aceptación de estas propuestas, estas propuestas que convenzan o no, sean disparatadas o no, ya no tienen relevancia, pero cobran relevancia si traen consigo dinero.
Será tiempo de revisar que tanto debemos respetar la obsecuencia y la desidia, que tantos "me gusta" debemos poner en las publicaciones que hacen tambalear los conceptos acuñados en los derechos de las personas, pero que también traen dinero.
En estas épocas de redes sociales, un click significa poder, y otro click significa incapacidad, sumisión, subordinación,prohibición e impotencia.
Roberto Cabrera.
Director
Centro Terapéutico Integral
Pro-Joven


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